LEYENDAS Y MITOS DE TEPEJI  DEL RÍO  HIDALGO 


Versiones  

Las versiones nos hablan de las leyendas que cambian con los tiempos esto sucede porque las personas agregan u omiten información aquí tenemos un claro ejemplo estas son dos versiones de la leyenda “hijo de la luna”


“Hijo de la luna “

Esta es la historia de una gitana que pidió un esposo a la luna hasta el amanecer. La luna le dijo: sí, te lo daré pero, el primer hijo que tengas me lo darás a mí.
No me importa un hijo, lo que me importa es un esposo -dijo la gitana-.
Después se casaron y tuvieron un hijo. El hijo era blanco y los papás eran morenos. El papá se sintió desconfiado y engañado. Con un cuchillo en las manos la mató y al hijo lo llevó a un monte.
La luna se lo llevó. Cuando la luna está llena, el niño está feliz y cuando hay luna menguante, es porque el niño está llorando y la luna le hace una cuna.
(Huenupis)



“La gitana que llora a la luna “

Hace mucho tiempo una gitana pedía a la luna que al amanecer se casara con un gitano. La luna le dijo sí, pero a cambio quiero el primer hijo que tengan.
Llegó el amanecer y se casaron. Tuvieron a un hijo blanco como el lomo de una ardilla. El gitano pregunta de quién es el hijo, no la dejó responder y la mató.
Al hijo lo dejó abandonado y la luna se lo llevó.
Cuando la luna está llena, el niño está feliz y si está por la mitad es porque el niño llora
.
(Bustamante)





Historias originales

La leyenda del diablillo de la iglesia cuenta una curiosidad desconocida por las generaciones más jóvenes de habitantes de Tepeji del rio hidalgo , cuentan que en el barrio San Miguelito se erigió la primera iglesia de la región, la cual es la que da la bienvenida y está situada a un lado de la carretera, en ella está la figura del arcángel San miguel, pero los pobladores más antiguos aseguran que atado a una columna también estaba la figura de un diablillo, estaba agarrado por una cadena en clara señal de estar sometido ante san miguel. Lo curioso comenzó a suceder cuando las personas comenzaron a pedirle cosas al diablillo y no a San miguel, lo peor de esto es que aseguran que el diablillo si cumplía, por esto y porque también la figura del diablillo cada tato se escapaba de sus cadenas, el sacerdote decidió quitar la estatua del diablillo, algunos dicen que está a resguardo, otros dicen que la imagen fue destruida y quemada por que cuando se liberaba sucedían tragedias en Tepeji del rio , lo cierto es que desde entonces nadie volvió a ver a la estatua del diablillo

 



Mitos cortos

Siendo una noche como todas, pero en especial, ésta era una noche un poco más fría, más obscura, cerca de la 1 de la madrugada, un taxista regresaba a su casa después de todo un día de arduo trabajo, en la calle ya no había ni alma de gente, pero al pasar frente al cementerio general de la ciudad se percató que una chica le hacía la parada, éste se siguió pensando que ya estaba muy cansado y que era muy tarde para hacer otra dejada.
Sin embargo reflexionó y pensando en su sobrina de 17 años que fue violada y asesinada 3 años atrás, dijo, "pobre chica, no la puedo dejar ahí expuesta a no sé qué miserable".
Retrocedió su taxi y llegó hasta ella, tenía aproximadamente entre 18 – 19 años. Al contemplar su rostro, el taxista sintió un frío intenso y cierto sobresalto, al que no le dio importancia, pues la niña era dueña de un rostro angelical, inspiraba pureza, de piel blanca, muy blanca, cabello sumamente largo, era delgada, facciones finas, con unos ojos grandes, azules, pero infinitamente tristes, tenía un vestido blanco, de encaje, y en su cuello colgaba un relicario bellísimo de oro, que se veía de época.



Leyendas de terror

Se dice que entre los hermanos gemelos hay un vínculo tan especial que cuando le sucede algo a uno de ellos el otro puede sentirlo. Un caso extremo es lo que les sucederá a las niñas de esta escalofriante leyenda urbana…
Había dos hermanas gemelas que se llevaban muy bien, como si hubiesen nacido siendo amigas: nunca se peleaban, rara vez discutían, compartían todo lo que podían, tenían las mismas aficiones y aversiones y hasta vestían parecido.
Toda su vida habían estado en un barrio tranquilo, una zona residencial algo alejada del ajetreo propio de tantas partes de la urbe. Aunque ahora por razones laborales, su madre les había dicho que debían mudarse a una zona distinta de la ciudad, una parte en la que había mucha más actividad y en consecuencia debían tener más cuidado.
Llegó así un día en que llamaron a la madre del trabajo y, a diferencia de tantos otros días, las niñas debían cruzar solas una calle bastante transitada. Como habían atravesado esa calle cientos de veces junto a ella, la madre pensó que podía despreocuparse de sus hijas y les dijo que tenía que irse rápido y que ellas podían cruzar solas sin problema siempre y cuando miren a uno y otro lado y estén bien atentas a los automóviles.
Las niñas siguieron el consejo de la madre y esta siguió su rumbo dándoles la espalda; pero, ni bien hubo caminado un par de metros, oyó un ruido espantoso, algo parecido al ruido que hace un coco al quebrarse.
Eran sus hijas, tendidas sobre el pavimento con las cabezas aplastadas y los cerebros  desparramados junto a esquirlas de hueso. A lo lejos un camión huía a toda velocidad,  el conductor probablemente distraído con el teléfono o quizás tras haberse tomado un par de copas a la hora de la comida, las arrolló sin tan siquiera reducir su velocidad. El imprudente conductor al sentir los cuerpecitos aplastarse bajo las ruedas del camión aceleró y no solamente no las auxilió, si no que además puso en peligro a otros conductores que pudieron sufrir un accidente al cruzarse con él en su desesperada huída.
Por desgracia todo el mundo quedó tan conmocionado que nadie tuvo tiempo de apuntar su matrícula por lo que escapó impune.
La madre lloraba desconsoladamente en medio del tráfico detenido, gritaba y agitaba sus cuerpecitos como esperando que se levantaran de nuevo y le ofrecieran una de sus sonrisas. ¿Cómo podría superar la pérdida de sus angelitos de tan solo ocho años?
Dicen que el tiempo es el mejor remedio y así fue… Era joven, tenía apenas unos 28 años y un par de años después, se quedó de nuevo embarazada. Casualidades del destino tuvo otra vez gemelas: el problema es que no lograba olvidar del todo a sus hijas fallecidas, sobre todo porque de alguna u otra forma sus nuevas gemelas —que ahora tenían justo la edad en que murieron las anteriores— le recordaban a sus primeras hijas.
Tenían tantas cosas en común que algunas veces incluso se equivocaba de nombre al llamarlas y estallaba en lágrimas al recordarlas…
Pero esta vez por nada del mundo descuidaría a sus pequeñas. Las tenía terminantemente prohibido cruzar la calle sola.
Un día sin embargo vio que mientras jugaban en el parque cerca de su casa se estaban acercando demasiado a la calle y, aterrorizada, les gritó para que se detuvieran, a lo cual ellas respondieron al unísono:
—No pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez aquí y no volverá a ocurrir…





2 comentarios:

  1. Quien lo diría no pensaba ese final tan trajico yo no lo imaginé 👿😶😐😈

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  2. esa si son istorias 😨😧😧😧😧😧😧😧

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